martes, 25 de diciembre de 2018

El equipo de los Barrenderos les desea un Feliz 2019


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Historia de los campanilleros de la Navidad y los villancicos
El canto de villancicos en el mes de Diciembre y Enero se extiende por todas partes a partir del siglo XIII en unión a la devoción por los nacimientos que San Francisco de Asís inauguró en Italia. La palabra villancico se refiere al canto del “villanos” que es como se conocían entonces a los aldeanos, habitante de lugares y villas en oposición a los ciudadanos, habitantes de las ciudades. Los “villancicos” acompañados con sencillos instrumentos rústicos tratan en un tono sensible e ingenioso de los sentimientos de la Virgen María y de los pastores ante el Nacimiento de Cristo.
También anteriormente los misioneros y monjes en el siglo V en toda Europa compusieron los primeros villancicos que se conocen con la finalidad de evangelizar a los aldeanos y campesinos que no sabían leer. Sus letras hablaban sobre el Misterio de la Encarnación e incluso de la Pasión de Jesús en lenguaje popular y estaban inspirados en la liturgia de la Navidad.
En el folklore andaluz podemos apreciar originariamente tres cantos navideños distintos: los villancicos, los cantos aguinaldos y los cantos de campanilleros. Hoy los tres parecen una misma cosa, debido a los múltiples injertos que el tiempo ha ido produciendo entre ellos y al envoltorio cristiano de la temática. Pero antaño cada cual tuvo sus melodías y su tiempo. Digamos que los villancicos eran cantos menos organizados que los otros, más al alcance de los niños y con una estructura musical más simple.
campanilleros
Estos coros de hombres, que al son de campanillas y cantes religiosos, iban por las calles en rondas nocturnas o al alba convocando a los fieles para que acudieran a los Rosarios de la Aurora en el mes de Octubre, a las misas de ánimas en el mes de “Tosantos” (Noviembre), se empleaban en las tardes de Diciembre en dar también avisó con sus cantos en este caso en un tono alegre de la próxima Navidad.
Los coros de campanilleros florecen en Andalucía durante los siglos XVII-XVIII unidos a los cultos de los meses de Octubre, Noviembre y Diciembre. Los pequeños grupos de campanilleros cumplían la función de auténticos pregoneros o anunciadores de las festividades de cada uno de esos meses, recogiendo sus letras continuas invitaciones al pueblo para que participara en los cultos, o bien narraban algún pasaje evangélico relacionado con la celebración (Misterios del Rosario o Jaculatorias de la Ánimas). Incluso eran contratados por particulares y cofradías para que con sus cantes participarán en rosarios callejeros, avisaran para las misas y sufragios en honor de los difuntos, procesiones y otros actos religiosos.
Los cantos navideños de los mismos campanilleros en el mes de diciembre eran totalmente distintos, incorporando un nuevo repertorio de letras e instrumentos, plenos de sones festivos pues anunciaban la alegría por la llegada de Jesús, y al escucharlos se iba preparando el ánimo del pueblo para la fiesta de la Navidad. Los cantes de los campanilleros eran imitados en diciembre por coros espontáneos de niños que se formaban en diciembre para cantar villancicos por las calles. 
El musicólogo De Zayas atribuye a Francisco Guerrero Maestro de Capilla, y racionero, de la Santa Catedral de Sevilla, la creación a finales del siglo XVI de las villanescas espirituales, germen de los villancicos navideños que nos han llegado. Fue tanta la popularidad de estas villanescas en Sevilla, que cuando Felipe II en varias ocasiones prohibió que se cantara en castellano en las iglesias, el pueblo haciendo caso omiso a la Real Orden, mantuvo letra y ritmos originales. Más adelante, los músicos y escritores del XVII y XVIII, cultivaron con esmero esta manifestación musical y los villancicos ocuparon un destacado y predominante papel dentro de su producción lírica.

La tradición de los campanilleros se fue perdiendo con el paso del tiempo en muchos pueblos de Andalucía, al decaer las celebraciones religiosas de los meses de octubre y noviembre que dieron origen a los campanilleros. En cambio, perduró su actividad en diciembre al tiempo que adquirió una mayor importancia el canto de los villancicos en detrimento de cantos de contenido teológico, es más en el periodo de finales del s. XIX y primeras décadas del s. XX la fiesta navideña experimenta gran auge. En el repertorio campanillero, de cualquier modo, cuando ellos participaban en actos de cultos, siempre habían tenido acogida algunos cantos alegres como los cantos de los Misterios Gozosos del Rosario y los cantos de “Las Jornaditas” como preludio de la Navidad.

A los cánticos navideños primitivos de campanilleros con sus campanillas y cascabeles originales, se fueron añadiendo el sonar rudimentario de panderetas, zambombas, triángulos, cántaros, sonajas y rascadores, a la vez que las letras piadosas y teológicas de ellos fue cediendo terreno al villancico tanto religioso con un contenido cándido como profano de contenido frecuentemente picante.

Han sido muy pocos los pueblos de la geografía andaluza que han conservado esta expresión del folclore popular del ciclo navideño hasta nuestros días. No obstante muchos mayores recordarán aún aquellas tardes de mediados del s. XX con los “niños campanilleros” por las calles, con sus instrumentos: panderetas, castañuelas, triángulo, la botella de anís para restregarle, cántaro etc. La vestimenta solía consistir en un pañuelo rojo al cuello, un chalequillo unas cintas de colores en los hombros y un sombrero de campesino a veces también con cintas. Se acostumbraba a visitar las casas, las tiendas y al finalizar el repertorio de canciones el dueño de los invitaba a una copita de licor o moscatel y a unos polvorones.

Esa tradición se conserva aún en algunos pueblos. Los niños recorren las calles en pandillas cantando villancicos por las casas y pidiendo el "aguinaldo" (dulces, algunas monedas, etc.).

tarjeta de aguinaldo de un tabernero También los distintos profesionales que trabajaban para ciertas casas pedían el aguinaldo como una gratificación por los servicios prestados, para lo cual entregaban una bonita estampa.

Los cantos de los campanilleros es un canto con raíces religiosas más profundas, de personas perteneciente a coros que ya actuaban por las calles en los meses de octubre y noviembre con otra temática religiosa (animar al rezo del Santo Rosario particularmente en las madrugadas de los domingos antes de la misa de la Aurora o de Alba, o animar a la gente con sus cantos sobre la temática de las almas de los difuntos a rezar por la Ánimas Benditas del Purgatorio). El nombre de campanilleros se debe al haberse acompañado sus cantos fundamentalmente de las campanillas de los animales de labranza. Los campanilleros entonaban aires de alborada, antiguos cantos de ánimas del mes de noviembre (de culto a los muertos), adaptados como coplas a la Virgen María en el mes de octubre. Son los famosos grupos de auroros que rompiendo el estremecedor silencio de la madrugá recorren las calles, acompañándose de campanillas, a veces por guitarras y diversos instrumentos de percusión.


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